Rendirse no es nuestra opción


Érase una vez una serie de individuos con altas capacidades de controlar el futuro y a otras personas, o eso creían. Eran expertos en decir una cosa y hacer nada porque pensaban que sus engaños sutiles eran infalibles. A veces hasta ellos llegaban a creerse y asumir como verdad lo que solo eran vagas divagaciones y frases huecas para salir al paso. Ellos sonreían habitualmente, creyéndose siempre victoriosos. Su arma: sabían que al resto de humanidad, una masa mucho más ignorante que ellos, les cuesta mentir, les cuenta encontrar palabras, les cuesta hacer públicos sus dolores y traiciones. Su arma: jugar con el desgaste del otro, mantenerlo callado y apartado, dejar que se agote, que llegue a la extenuación y entonces soplar el aliento del olvido y a otra cosa mariposa. 

Estas personas juegan con el silencio del otro para mantenerse firmes en sus sillones de plata. Lo que no saben es que a veces, el coraje y las razones crecen con los desplantes, con los desaires, con las falsas palabras. Ellos Creen que el tiempo tumbará antes al otro que a ellos mismos, porque sus trincheras son más fuertes. Puede ser, pero hay verdades qur se enlazan en cadena y laten con fuerza propia, que crecen con el primer sol de cada día y aunque pasen noches oscuras, hay personas que levantan el  desvelo para seguir luchando contra el silencio y el olvido. Y puede que algún día, esos despertares de ganas de verdad y justicia sean los de nuestros hijos porque ellos habrán aprendido que rendirse frente al vacío y el hostigamiento de tu propia voz, no es el camino. No es la opción. Habrán aprendido de sus padres madres y retumbarán nuevos ecos en los oídos ajados  del engaño, la mediocridad  y la soberbia de unos pocos. Habrá nuevos espejos. 

Estamos en camino.


 

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